viernes, 20 de febrero de 2015

Tepoztlán

A pesar de que perdió un rato el título de pueblo mágico, Tepoztlán tiene todo para considerarlo como tal. El ex convento, si bien no me volvió loco (El museo del virreinato en Tepozotlán y Santo Domingo en Oaxaca siguen ganando por mucho) si me encantó en sus pasillos iluminados y sus espacios para poder contemplar todos los cerros que enmarcan el pueblo.

Pasillos y arcos. Foto obligada

Tan sólo al llegar uno se da cuenta que se está en un lugar especial. El autobús te deja justo a las afueras del pueblo, por lo que hay que caminar un poco a las orillas para finalmente entrar a la calle que te sumerge en el lugar.

Básicamente hay dos puntos obligados en Tepoztlán: El antes citado Ex convento y la pirámide que se encuentra en la cima del cerro del Tepozteco. Justo al llegar a la plaza principal es momento de tomar decisiones y considerar qué hacer primero. Mi decisión fue entrar al convento y después tomar valor para la subida, la cual, déjenme decirles, no tenía ni idea de cómo estaría y de las sorpresas que me estaría reservando. Así que después de las fotos obligadas y de la caminada (también me topé con un libro que trataba sobre la calle Ámsterdam, pero eso es tema de otro post) me enfilé rumbo a la subida.
   
Algo sabía que la escalada no era fácil. Ya antes había leído que el reto de subir el Tepozteco costaba trabajo, pero no tuve una idea total de lo que esto quería decir justo hasta que me topé con el primer letrero de advertencia. Llevar agua, zapatos cómodos, cerramos a las 5 pm, 45 minutos de camino a buen paso. Mis alarmas se dispararon justo con esas dos últimas cosas, yo empecé a subir a eso de las 2 pm y ya tenía comprado el boleto para regresar a las 5. Haciendo mis cuentas, tenía que hacer la subida lo bastante rápido para poder tener tiempo de ver lo que hubiera allá arriba, bajar, comer y alcanzar el camión. Y los 45 minutos de camino me dio bastante en que pensar.

Algo me dice que la cosa no va a estar taaan fácil.
Y así fue, con un cansancio como hacía mucho no tenía, con las piernas temblando y mentando madres por el último tramo de escaleras (unas escaleras de metal empinadísimas que te ayudan a subir al peñón o lo que sea que fuera eso) al fin pude llegar a la cima (inserte música de Rocky aquí). A pesar de que la pirámide no era nada del otro mundo, la vista desde allí era bastante buena. Al menos eso piensas después de todo el esfuerzo que hiciste, así que estar sentado desde la orilla viendo todo el camino que recorriste es un buen recuerdo qué llevarte a casa.

I win, Tepozteco. I WIN!!
Tepoztlán me gustó. Aunque haya sido un viaje de ida y vuelta el mismo día me dejo una buena sensación y, sobretodo, las ganas de volver a visitarlo.


Como nota final y anécdota chistosa, todas las nieves en Tepoztlán son “Tepoznieves”.