Quizá lo más decepcionante fue la repetición casi a calca
del setlist del primer día; aunque viéndolo bien no fue mala idea. Si bien
compartir la experiencia con mi sobrino fue buena, no es lo mismo vivir un
concierto de Metallica en gradas que estando en el fragor de la zona general. Y
los beneficios bien valen la pena aguantar golpes, empujones, niños posers que
no saben qué canción es Welcome Home y que se prenden con Enter Sandman y
finuras similares.
Además pude ver muy de cerca a James y Kirk, bueno si,
también a Trujillo. Pude meterme a hacer slam como hacía muchísimo tiempo no lo
hacía. Además gracias al buen Pedro, que cabe señalar parece tiene imán para
esas cosas, pude obtener una plumilla de esta gira. Quedémonos con esta bella
imagen para el día dos de ocho.