Casi desde que supe de la existencia del programa de pueblos
mágicos de México, mi intención (o sueño guajiro, as you wish) ha sido recorrer
todos y cada uno de ellos. Quizá la idea sea poco viable, ya que entre la variedad
de dificultades que se le atraviesan a uno en el camino (dinero, dificultad de
llegar al lugar, tiempo) está también la irremediable incertidumbre de que no
sabemos qué es lo que nos depara el susodicho pueblo mágico. Vamos, en cierta
forma es parte de la aventura (el chiste es descubrir, ¿no?). En fin, largarse
así de buenas a primeras a un lugar cuya única recomendación es la palabrita “mágico”
que los buenos creadores del programa se dignaron ponerle, se ha vuelto de las
cosas que me han dado ánimos para viajar.
Al menos para instagramear está bonito |
La experiencia no ha sido mala, ya que he conocido lugares
que cumplen completamente con el adjetivo “mágico”, pero la racha no podría ser eterna. Y es así
como llegamos a Cosalá.
Cosalá es uno de los tres pueblos mágicos que tiene el
estado de Sinaloa. Y como últimamente he viajado bastante seguido por esos
lares, decidí convencer a la culpable de esos viajes (a.k.a. Nancy, mejor
conocida como mi novia) para ir a alguno de esos pueblos y poder tachar uno más
de la lista.
Terminamos eligiendo Cosalá por la cercanía con Culiacán, aunque
al final tuvimos unas 3 horas incomodas de viaje en un camión medio
destartalado, de esos que hacen paradas cada 5 minutos para subir gente.
Gracias a que madrugamos para poder tomar el camión desde la central de
Culiacán pudimos hacer todo el recorrido sentados, que si no, hubiéramos recorrido
todo de pie, como varios de los muchos que fueron abordando en el camino, hasta
llenar el camión cual metrobus de la Ciudad de México en hora pico.
Casitas de colores, cerros, cielo. Otra más pa'l face |
Cosalá se encuentra al final de un camino lleno de curvas y
más curvas subiendo por la Sierra Madre Occidental hasta llegar a la cima de
uno de sus tantos cerros. El pueblo en sí puede decirse que es “pintoresco”:
casas pintadas de colores, la vista del pueblo rodeada por montañas, un par de
iglesias antiguas aunque nada de que impresionarse, comida buena. Pero nada
más. Por lo que pude investigar antes, el pueblo tiene reminiscencias de un
pasado minero el cual no vi por ningún lado.
El otro atractivo que uno debe visitar en Cosalá, de acuerdo
a todas las páginas web que hablan del tema, es la zona de Vado Hondo, la cual
es una zona con arroyos, cascadas y lugares para acampar que se encuentra a
unos 20 minutos del pueblo… y que no pudimos conocer. Y aquí empieza mi coraje
principal.
Eso es Vado Hondo. Espero regresar algún día para ver si se me quita el coraje. O no. |
En fin, como todo en esta vida, la experiencia personal con
Cosalá no fue nada agradable. Pero eso no quiere decir que no haya gente que la
haya disfrutado. Quizá nos hizo falta conocer Vado Hondo para poder decir que
el lugar es increíble. Quizá sea este otro caso más de mis corajes por que no
salen las cosas como yo quiero. En fin, el punto es que ya caí en la cuenta de
que no todos los pueblos mágicos son tan mágicos como ellos dicen.
Aprende a manejar mi amigo, problema resuelto.
ResponderEliminarMi comentario es con buena "intensión", by the way
Ya ves pues.!!! Vienes a Sinaloa y no te juntas con el. Mejor guía de turistas. Vagancia es mi segundo nombre compa. Programen un viejesito Pal norte del. Estado, preferentemente en semana santa o en puente y veras de lo que hablo 😉
ResponderEliminar